martes, 11 de marzo de 2008

Silencio, por favor


“... Es que colecciono un tipo especial de recortes. -- ¿Qué tipo de recortes? – preguntó Humkoke. -- Silencios – dijo Murke --, colecciono silencios.” Heinrich Böll

El doctor Murke era un hombre normal, tenía un título, un trabajo, una extraña necesidad de adquirir pequeñas dosis de angustia y una curiosa ocupación: la búsqueda de silencios.
Harto del estruendo de la banalidad, Murke, editor cultural de una emisora, optó por dedicarse a la tarea de guardar dentro de una pequeña caja los silencios absolutos, los suspiros y los momentos vacíos de inspiración que sufrían los profesionales.
El material en su poder era cuidadosamente unido y echado a andar, durante las noches, en la soledad de su cuarto, con el fin de regalarse unos minutos de verdadero silencio.
Este fascinante personaje creado por el Nobel alemán de Literatura de 1972, Heinrich Böll, se mueve dentro de una atmósfera irónica, sarcástica que le hace ver al lector la importancia del silencio como necesidad y como derecho.
Y es que entre el palabrerío y barullo del entorno es fácil perder la lucidez. Lo veo constantemente aquí, en la Capital, en el centro del caos, donde se concentran las posibilidades y el horror. Donde como el doctor Murke tomo a diario mi ración de angustia y busco el silencio, pero en vano.
Emigrante: me muevo, respiro, transpiro, me agito, no soy una ciudadana más, soy sobreviviente. Las horas que transcurren entre partir y volver al mismo punto forman parte de una hazaña suicida cotidiana. La muerte acecha en las esquinas, dentro de los buses, entre la masa y en soledad.
Camino: rugen las avenidas, chillan las bocinas rabiosas y los timbres insistentes de los teléfonos; las voces se esfuerzan por pregonar su trivialidad.
Me encierro: llega hasta mis oídos el eco puntual de la decadencia que transmiten los noticieros, los discursos de la televisión y sus sandeces. Zumba la radio al contacto de manos autómatas, quiebra mi espacio el estruendo de risas necias. Espero.
Se extingue la luz: queda el reloj y su eterna caminata, el galope de mi sangre en las sienes y el pecho, el arrastre vacilante de un lápiz, el crujido del papel.
Me habla el espejo, me grita la conciencia, murmuran insistentes las voces de los años muertos. El silencio no llega, no lo encuentro, no existe.

5 comentarios:

la-filistea dijo...

Es verdad, entre algo tan agitado añandiéndole la expectación de: si me pasará algo malo o no, -lo digo por lo de la capital y la violencia urbana- pues el silencio como que huye.

Coleccionar silencios de otros debe ser angustiante, lo digo por lo de Murke. Ahora me pregunto si yo he tratado de coleccionar los propios.

Anónimo dijo...

El silencio es un bien que escasea y no se le encuentra en ningún lado. Hay que luchar por ese espacio, a pesar de todo.

Anónimo dijo...

Gracias por la visita y los comentarios muchá:
Filis: me gustó tu reflexión. Tomando en cuenta lo valiosos que pueden ser los silencios propios muchas veces.

Eddy: qué bueno verte por aqui. Buena onda. Y claro que hay que luchar. Cómo va tu batalla diaria con la música alta de los buses extraurbanos que van para Amatitlán?

saludos

Petoulqui dijo...

"El silencio... no existe." Vd. lo ha dicho.

El sonido es parte de la vida, supongo que el silencio lo es de la muerte. Porque mientras vivimos hemos de percibir las ondas sonoras; incluso en un "cuarto del silencio" escucharíamos los latidos de nuestro corazón y nuestra propia respiración. Aún más, si no escucháramos el sonido sentiríamos sus vibraciones.

A decir verdad, todo esto de la acústica me parece fascinante, a lo mejor porque es parte de mi forma de vida.

Pero...

También a mí me molesta el ruido, se me hace insoportable que las personas no tomen conciencia del daño que puede provocar el alto volumen (intensidad) al sistema nervioso y al oído mismo.

Cito, "Ruido es cualquier señal sonora indeseada."

Me parece que es de ello de lo que huimos, no tanto del sonido (que, a fin de cuentas es ineludible).

Pd. Su artículo me ha animado a publicar un texto, relacionado con el tema, que ya estaba pensando dejar en el olvido.

Anónimo dijo...

genial, petoulqui. espero leerlo pronto. saludos