Detrás de un escritor sobre quien han caído los reflectores del
reconocimiento público se extiende una gran sombra, y debajo de ella es
posible encontrar a más de alguno que no la ha podido eludir. La
historia de la literatura registra varios casos, unos más trágicos que
otros, como el de Klaus Mann el escritor que no pudo esquivar la figura
de su padre: Thomas Mann; o el de los hermanos Machado, poetas ambos, a
quienes separó la coyuntura política del momento, y preferenció a
Antonio sobre Manuel, ambos aún recordados por encima de un tercero,
Francisco, quien también escribía. En la historia de la literatura
guatemalteca se da el caso de César Brañas y su hermano Antonio, hermano
solo de padre y 20 años menor, opacado por el prestigio y la producción
literaria del primero, un escritor que a su vez fue parcialmente
oscurecido por la sombra de aquellos con quienes compartió generación,
la del 20: Miguel Ángel Asturias y Luis Cardoza y Aragón.
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