Adentro suena la Tocata y fuga en D menor de Bach. Afuera, tres disparos, sobresalto y miedo. El órgano continúa su marcha. Un hombre corre y dobla la esquina, el otro se dobla sobre sí mismo dentro del auto.
Herido, toma su arma, su mirada se clava en la nada y dispara. Llegan los bomberos. Dispara. ¿Qué ve? Dispara.
La muerte sigue avanzando hacia él, implacable.
5 comentarios:
Si la muerte rondaba, a lo mejor lo que sonaba no era la toccata y fuga en re menor, de J. S. Bach, sino el Dies Irae.
Saludos,
Peto
Así es esa muerte condenada, no se detien por nada y por nadie, ni siquiera a contemplar si tiene a la víctima correcta o no.
saludos Vania y un abrazote
Qué de ahuevo mano, me llega un tu rollo medio cinematográfico que te echás, unas imágenes con mucho movimiento, esta particularmente me pareció bien delirante y oscura, como un cuadro de un comic... felicidades.
Buen texto. Las ideas que inspira nuestro pobre país...
Bach y balas, estupendo. Me seduce la rapidez y la precisión narrativa. Calvino estaría feliz. Qué gusto leerte. Llego a Guate por ahí del jueves. Tenemos que vernos y tomarnos un café.
Saludos, felicidades y abrazos.
Nos vemos pronto.
Karla
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