Beso su espalda. Le digo que es mi tierra prometida. Que tengo ganas de quemar mis naves. Sentarme a su orilla. Escucharlo hablar de eternidad y esas cosas que uno se imagina cuando mira el cielo despejado.
Si estuviera despierto, tal vez se lo diría no solo con mis manos.
4 comentarios:
Meza:
Yeah!!!!
:-* ya tomamos cartas en el asunto. Ja! La adoro.
Me encanta la metáfora de quemar las naves...
Qué hermosa declaración de amor.
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