lunes, 21 de diciembre de 2009

Pirotecnia

Yo lo conocí
era algo así como el rey del lugar
la gente lo quería y lo protegía

Se gastaba el sueldo de un ministro de gobierno
en luces de bengala
y volvía a su casa
fuera de la ciudad

La noche de navidad armaba su propio espectáculo
sonoro y alegre
como cuando era niño y jugaba a disparar

Esos eran tiros al aire que no preocupaban a nadie

Se asomaban a las ventanas
salían a los portones
a las terrazas
o se acercaban a observar el cielo en silencio

El momento se convertía en un acto de contemplación
en el que se podía pensar que estaban rezando
de no ser porque sonreían
y tenían la cara llena de color

Esa era su inversión
reunir a la gente con la que creció
hacerlos testigos de un espectáculo de luz
ser por un momento el obispo de lo efímero

Sabía que tras la última descarga
regresaba la noche
el silencio
la certeza de que les correspondía
mantenerse despiertos
alimentarse el asombro
porque el cielo seguía lejos
y volvía a convertirse
en un lugar vacío y silencioso

Lo sé porque de eso habló la noche
que rodearon la casa
entraron por las paredes
nos encañonaron
se lo llevaron a campo abierto

Seguramente fue en lo que pensó
antes de la última explosión

5 comentarios:

Xander dijo...

Pensé que iba a ser tan sólo una oda a las luces pirotécnicas hasta que llegué al escalofriante giro del final. Totalmente inesperado y sobrecogedor.

Eddy dijo...

Me gusta que superés los límites de la prosa.

Anónimo dijo...

Meza: Yeah!!!

Prado dijo...

me quedo con el final. veloz y visual. uno siente el frío.

Prado dijo...

PD. Besos: mua mua.

qué foto más genial la del perfil. Es usted guapísima.