Yo lo conocí
era algo así como el rey del lugar
la gente lo quería y lo protegía
Se gastaba el sueldo de un ministro de gobierno
en luces de bengala
y volvía a su casa
fuera de la ciudad
La noche de navidad armaba su propio espectáculo
sonoro y alegre
como cuando era niño y jugaba a disparar
Esos eran tiros al aire que no preocupaban a nadie
Se asomaban a las ventanas
salían a los portones
a las terrazas
o se acercaban a observar el cielo en silencio
El momento se convertía en un acto de contemplación
en el que se podía pensar que estaban rezando
de no ser porque sonreían
y tenían la cara llena de color
Esa era su inversión
reunir a la gente con la que creció
hacerlos testigos de un espectáculo de luz
ser por un momento el obispo de lo efímero
Sabía que tras la última descarga
regresaba la noche
el silencio
la certeza de que les correspondía
mantenerse despiertos
alimentarse el asombro
porque el cielo seguía lejos
y volvía a convertirse
en un lugar vacío y silencioso
Lo sé porque de eso habló la noche
que rodearon la casa
entraron por las paredes
nos encañonaron
se lo llevaron a campo abierto
Seguramente fue en lo que pensó
antes de la última explosión
5 comentarios:
Pensé que iba a ser tan sólo una oda a las luces pirotécnicas hasta que llegué al escalofriante giro del final. Totalmente inesperado y sobrecogedor.
Me gusta que superés los límites de la prosa.
Meza: Yeah!!!
me quedo con el final. veloz y visual. uno siente el frío.
PD. Besos: mua mua.
qué foto más genial la del perfil. Es usted guapísima.
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