La mujer descendió con lentitud de la cama, como lo hacía todos los días cuando sonaba el despertador. El sol no había salido. El cuarto estaba hecho de sombras.
Caminó con vacilación hacia el baño, esquivó la ropa tirada, el desorden que se permitía al vivir sola, al no esperar a nadie.
Con el pie apartó lo último que encontró en el camino, un objeto mediano que cuando topó contra la pared emitió un sonido seco. Se detuvo, se agachó para revisarlo. Era el zapato derecho de un niño.
Volteó hacia el cuarto y reparó en que no era el mismo que le dictaba la costumbre. Sobre la cama que acababa de abandonar, una cama más grande de la que conocía, dormía el pequeño.
Miró a su alrededor, no reconoció el espacio. La mesa de noche estaba llena de fotografías de risas extrañas, y en medio de todas, ella misma. Se acercó más y se dio cuenta de que la imagen no tenía cara. La dejó en su lugar. Vio el reloj, eran las cinco y media de la mañana. Se metió de nuevo a la cama, abrazó al niño, y se dio otros minutos para intentar volver a despertar.
1 comentario:
Estos sueños que nos maravillas las posibilidades que ofrecen la vida :)
Publicar un comentario